La pandemia ha provocado cambios de hábitos en nuestra vida cotidiana, impactando en los ámbitos laborales, educativos y sociales, entre otros. La nutrición no quedó afuera de estas modificaciones en nuestro ritmo de vida. Para analizar los cambios que se produjeron desde el comienzo del confinamiento hasta este momento de la segunda ola, invitamos a la nutricionista Paula González. La profesional se desempeña en el equipo de la Unidad de Terapia Intensiva del hospital Ernesto Accame de Allen.
González recordó que “venimos de un año donde se suspendieron un montón de actividades. Los consultorios también cerraron sus puertas los primeros meses, tanto en el ámbito privado como en el público. La gente dejó de consultar. Al estar encerrados y tener tiempo libre se vio un incremento en la ingesta de comidas”. La nutricionista aseguró que esto fue un detonante para la aparición del sobrepeso y la obesidad.
Sin embargo, durante su análisis, destacó el impacto positivo en algunas familias. Paula expresó que la cuarentena “nos permitió reencontrarnos en casa. Cocinar, prestar más atención a los productos que compramos y consumir productos más saludables”. Explicó que “el sobrepeso o la obesidad no es solo aumento de peso, también se traduce en un incremento del tejido adiposo. Un peso elevado nos puede traer problemas de presión, aumento de azúcar en sangre, podemos desarrollar una diabetes o colesterol”.
Desde aquel 20 de marzo de 2020 las cosas han cambiado mucho. La nutricionista resaltó que “hoy, en el consultorio, vemos un porcentaje elevado de gente que quiere cuidarse, influenciados también por el miedo de contraer Covid. Hoy sabemos que los pacientes con exceso de peso no tienen un pronóstico muy favorable”. González manifestó que hay distintos tipos de obesidad. Explicó que para definirlo es necesario estudiar el IMC (índice de masa corporal) de las personas. Este índice se determina relacionando el peso con la altura. La profesional remarcó que “por arriba de 35 de IMC, el paciente se considera de riesgo”.
