La zona ribereña de Allen tiene espacios recreativos de muy confortable estadía no solo para las personas sino también para los animales. El predio “El Fogón” cuenta con un espacio creado para la cría y estadía de caballos. En un sector de más de siete hectáreas, hay espacio suficiente para que los trece ejemplares que allí residen tengan una vida animal por excelencia.
Desde temprano el personal a cargo del cuidado de los caballos se dedica a la tarea específica para el mantenimiento de cada uno de ellos. Jacobo Gómez, Lúcas y Mauro Solís, conviven con los criollos desde la primera hora. Todos bajo la directiva de Gerardo, el encargado del lugar.
Los animales se resguardan a la noche en los establos específicos de cada uno, donde duermen solos, bajo techo con piso relleno de viruta. Allí en la época invernal son cubiertos con frazadas para que no sufran del frío. A la mañana son trasladados a uno de los dos potreros para que puedan andar y alimentarse.
Más allá del pastoreo propio de cada uno, son alimentados en forma diaria y desparasitados anualmente. Los caballos son tuzados una vez al mes y se les hace el cuidados específicos para que no tengan ningún tipo de herida.
En el lugar se pueden ver muy tranquilos a los caballos criollos que fueron preparados para andar y que en esta época de pandemia, al no poder recibir a gente en el predio, simplemente viven una vida tranquila y mostrándose curiosamente ante las personas que visitan las instalaciones del El Fogón.
También en el predio residen un buen número de ovejas y corderos. son animales que se utilizan para exhibición y para que los chicos puedan admirarlos cuando llegan al predio. La sorpresa es grande al ser animales de cara negra y buen pelaje. Esta semana nacieron cuatro corderitos que corretean detrás de la madre en un corral especialmente ubicado para ellos. En los próximos días la familia caprina se agrandará ya que una de ellas está a
punto de parir.
La vida en el fogón es una vida campera. Las restricciones de la pandemia hizo que menos gente pueda ir a pasar el día al predio, que hoy está dedicado en forma exclusiva al cuidado de las instalaciones y de los animales como un lugar que por los cuidados es prácticamente un paraíso.