Matías Rossi tiene que cumplir con un estricto protocolo sanitario después de su llegada desde Brasil, por lo que estuvo en duda su presencia en la novena fecha del certamen del Súper TC 2000 hasta esta mañana cuando llegó al autódromo El Villicum, en San Juan, un rato antes de empezar la actividad. El campeón de la categoría superó ese contratiempo con un gran trabajo. Ganó la prueba clasificatoria con su Toyota.
Llegó en un avión privado, fue hisopado y quedó aislado en un motohome exclusivo, sin compañía, del cual debe descender con el casco colocado y no tener contacto con ninguna persona en el circuito.
Ante cada actividad, se sube al auto, se coloca los elementos de seguridad sin ayuda externa y sale a pista. Cuando llega a boxes y desciende del Corolla, se retira a la casilla y desde ese lugar se comunica con el equipo mediante un handy y una computadora.
En la largada de la prueba clasificatoria, Fabián Yannantuoni se mantuvo al frente del pelotón en los primeros metros y Rossi, quien largó desde el séptimo lugar, se metió segundo sin oposición de su compañero de equipo Franco Vivian, quien lo secundó pero antes de cumplir la primera vuelta, perdió con Bernardo Llaver.
Con los tres primeros en pocos metros pero conservando sus lugares, las variantes se dieron atrás, con Leonel Pernía metiéndose cuarto y Agustín Canapino quinto, con roce de Julián Santero incluido.
El golpe de escena se dio en la recta opuesta de la penúltima vuelta, cuando Yannantuoni perdió performance en el Honda, problemas en la caja de velocidades, y tanto Rossi como Llaver aprovecharon para pasarlo y encaminarse hacia la bandera de cuadros. Sobre el final, el Patito abandonó y el escolta le cedió su lugar a Canapino.
El podio fue con los dos representantes de Chevrolet, porque Rossi fue directamente al sector técnico, dejó el Toyota y se dirigió al motorhome, para disfrutar del éxito parcial en soledad.
