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UNA AVENTURA COMPARTIDA: EN BICI DEL VALLE A LA CORDILLERA

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Tres ciclistas de la zona unieron Cipolletti con San Martín de los Andes. Partieron en la madrugada del sábado 5 y rodaron por 450 kilómetros. La experiencia con las dos ruedas y la preparación previa hicieron posible un viaje sin sobresaltos.  En La Carretera, el allense Elías Devia contó cómo se gestó la idea y las sensaciones de haber completado el desafío.

Elías Devía es profesor de nivel medio, Maximiliano Arias es profesor de Educación Física y Martín Cutiño es enfermero y bombero voluntario. En un chat lanzaron la idea en plena cuarentena. Apenas se abrieran los caminos, harían la travesía del valle a la cordillera. “Lo planeamos para el fin de semana largo para que coincidan los días por el trabajo. Salimos a las 5 de la mañana. En la cuarentena estricta dijimos con Maxi, de ir cuando habiliten todo. Quedó ahí. En la euforia de salir. Al final ahora habilitaron, nos acordamos y nos fuimos”, dijo Elías. “Aunque es lindo, es duro. Tocaba sufrir arriba de la bici, ambos competimos hace años e invitamos a alguien que pudiera acompañarnos”, agregó. Así sumaron al allense Cutiño.

La travesía hasta San Martín de los Andes significó 17 horas de esfuerzo. “Lo complicado es gestionar el recurso, agua y comida, la logística. Fue complicado de armar porque es peligroso deshidratarse, no podíamos fallar. Los tres tenemos experiencia sabemos de pasarla bien y de pasarla mal en la bici. Y era lo que queríamos. Al final, no se dificultó tanto y fue bastante lindo el viaje”, resumió el allense. Decidieron viajar en bicicleta de mountain bike para poder pedalear en asfalto y ripio. Sólo llevaron agua y barritas de cereal. Su equipaje viajó en un vehículo de apoyo que los iba esperando en puntos clave. “Fuimos sin mochila, sin nada. Nos sorprendimos para bien del tráfico. Una sola camioneta nos pasó cerca, el resto, muy respetuoso. Se abrían, te esperaban. Impecable”, indicó.

Hasta llegar a Piedra del Águila no contaron con asistencia en el camino. Paraban en zonas urbanas a comer y tomar agua. “Fuimos comprando en los pueblos. La primera parada fue Arroyito, después Picún Leufú y de ahí a Piedra del Águila. De ahí en adelante necesitamos el coche porque no hay absolutamente nada. Cada 50 kms, nos esperaban para abastecernos de agua y cereales o sales minerales”, explicó Elías. Una vez que llegaron a San Martín de los Andes, descansaron en casa de un amigo y disfrutaron de la naturaleza. “Bastante bien nos fue, no tuvimos calambres, administramos bien la comida y controlamos bien la frecuencia cardíaca. Evitamos calambres, que eso te hace pasarla muy mal. Si tienen la idea, es muy recomendable hacerlo. Hay que prepararse bien, pero se puede y hacerlo con amigos es mejor. Los kilómetros pasan más rápido”, sentenció.

 

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